Este sábado ha sido la fiesta de Halloween. Primero hicimos fiestón en un piso de estudiantes. Cuando veo a mis colegas haciendo el loco por el salón,
las habitaciones, la cocina, etc., en una de estas fiestas de
estudiantes, pienso que estoy viviendo momentos únicos que dentro de
unos años quedarán tan sólo para el recuerdo ("¿te acuerdas como la
liábamos en el piso de...?"). Nos dieron las 5 de la mañana en el piso y
salimos ya por fin de fiesta por la calle. Esto es algo que a lo largo
de mi carrera me ha cortado mucho el rollo a la hora de sargear. Salimos a una hora a la que los Aven ya podrían llevar horas sargeando. Mis amigos salen
completamente motivados con no sé cuantos cubatas en sangre mientras que
a mi generalmente ya me ha entrado el sueño y me cuesta algo más entrar
en estado.

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Cuando subía la calle Mon, pensaba que esta sería otra noche más en la que tras salir tardísimo, haríamos un poco
el tonto, nos meteríamos en algún local demasiado abarrotado de gente y
poco más, vuelta a casa sin una mujer a mi lado. Mis dos compañeros iban
ya bien borrachos y la calle estaba llena de gente disfrazada, mientras
que yo no había tenido tiempo en toda la semana de buscar un disfraz.
De hecho, había sido una dura semana de estudios y notaba el cansancio,
especialmente después de haber pasado el día estudiando Estadiajes
tumorales y algoritmos de tratamiento oncológico.

Pero aquí en Oviedo tengo un ambiente que consigue revitalizarme siempre, incluso
cuando estoy cansado. "El corral" estaba redecorado para la ocasión,
pero igual de lleno que siempre. Allí me encontré con un grupo de
brujillas muy sexys, todas vestidas de negro, con las uñas pintadas de
mismo color, labios rojos haciendo contraste, gorros "de cucurucho" con
un velo, una especie de redecilla para los brazos, sugerentes escotes y
escobas voladoras, por supuesto.

Dantza: "Hoy os veo incluso algo más brujas que de costumbre..."

Conocí a este grupo de chicas en uno de mis primeros sábados en Oviedo. Recuerdo estar falcado en la
barra con unas 8 chicas alrededor, prestándome toda su atención. Mis
amigos miraban con ojos de envidia. Sin embargo, al final no cerré con
ninguna. No vi el momento de aislar a mi objetivo, no me salió lanzarle ADIS... simplemente las entretuve y logré que me
percibieran con alto valor, procurar una cualificación muy justita y ser nulo en la escalada. A mi objetivo dentro de este set, la suelo ver en clase y las noches de fiesta. Nos
llevámos bien, pero todo iba cayendo en el plano del solamigueo, por eso prácticamente la tenía descartada como
objetivo real.

Seguramente habréis notado muchos, lo que puede costar decidirse a dar una dirección sexual a una interacción con una chica a la que
vemos habitualmente. A una TB que has conocido de noche en la discoteca tal vez le
lancemos ADIS, pero si es una mujer con la que tratamos
diariamente, resulta más cortante realizar una proposición sexual y
enfrentarse a un posible rechazo, sabiendo que vamos a tener que seguir
tratando con ella de forma habitual. Esa TB que es tan agradable con nosotros podría empezar a
vernos como "otro más que sólo quería follar". No queremos sentirnos mal
por haberle hecho una proposición sexual, cuando nos estábamos llevando
muy bien "cómo amigos" o conocidos.

Pero, ¿qué sentido tiene que nos sintamos mal por algo así? ¿acáso está mal que queramos algo más
con ella? Desde que nuestro padre nos pasó un cromosoma Y para que nos
convirtamos en hombres, estamos destinados a desear sexo con una mujer
que nos resulte atractiva. Si es una mujer con la que tratamos
habitualmente, es lógico pensar que nos haya dado más razones para
apreciarla y ganarse nuestra atracción que una que recientemente
acabamos de conocer.

Y allí estaba yo bailando con "M", habiéndola aislado ya de su set en una esquina del "Salsipuedes". Le había dicho lo
sexy que me resultaba verla con su disfraz y seguíamos bailando juntos
con un tipo de música que no era exactamente para baile de pareja. Los
minutos pasaban. Me veía en una situación habitual. En cualquier momento
alguien me distraería, y me iría por ahí dejando de lado una posible escalada con "M". O no. No quería volver a escribir el
mismo final para este parte que el del sábado anterior. "M" es una TB8
de pelo moreno, ojos azules, delgada y con un bonito par de pechos más
que probablemente operados, además de ser un encanto de mujer. Estaba
por lo tanto, perfectamente justificado que tratara de escalar con ella, pese a no haberlo hecho desde que la
conozco. Dantza, lánzate que sabes perfectamente lo que tienes que
hacer, no valen excusas.

Dantza: Me están entrando ganas de besar esa sonrisa.
"M": (Sonríe, dudando y con cara de "uff, no me digas eso...")
Dantza: Vaya, esa es una sonrisa de "vale, lo has intentado".
"M": Ayy, es que...
Dantza: Te conozco ya desde hace algún tiempo y no dejas de parecerme un encanto. Y yo, soy un poco
tonto, ¿sabes? porque...
"M": ¡Ay! ¿Tonto por qué?
Dantza: Pues porque la verdad, si me llevo así de bien contigo desde que te conocí, y
además me resultas tan sexy ¿Cómo es que no te dicho antes algo
parecido? Pero yo te soy sincero. Siempre. Es verdad que me han entrado
ganas de besarte y no me corto en decírtelo, aquí me tienes.
"M": (Me mira todavía con dudas) Es que..., la verdad, eres un chico genial, y
estoy super bien contigo... pero no sé...

Entonces la miro, queriendo transmitir un "vale, como quieras, pero te sigo queriendo
igualmente". Bailo con ella y seguimos tal y como estábamos antes. Me
había costado lanzarme, pero una vez ya lo he hecho y me ha rechazado me
doy cuenta de algo de manera más obvia: ¿He hecho algo malo para
nuestra relación de "coleguitas"? ¡NO! Lo único que cambia es que ahora
tiene claro que puedo estar sexualmente interesado en ella. Cosas de la
naturaleza por ser un XY y por lo que ella en concreto despierta en mi.

Lo mejor es que el juego no ha acabado, sino que la mejor parte acaba de
empezar. Porque el que siga bailando conmigo después de haberle dicho
esto cobra ahora más relevancia. Una cosa es lo que dice y otra
lo que hace. Acerco mi cara a la suya. Ella no se aleja. Acerco mis
labios pocos milímetros de los suyos. Ella no se aleja. Un pequeño beso.
Otro. Una mirada y una sonrisa. Otro beso. Una pequeña risa nerviosa.
Dice que le da vergüenza.

En esos primeros besos, todavía parecía tener dudas sobre lo que estábamos haciendo. Pensé que eso significaría
RUM cuando saliéramos de la discoteca, y que tendríamos
que finalizar otro día. No fue así. Horas más tarde, estando
los dos desnudos y abrazados, le comentaba lo que me alegraba haberme
lanzado a besarla anteriormente. Ella también se alegraba.


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1 comentarios:

ksi dijo...

dar las gracias a dantza por los articulos =)